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Historia de la Fundación Why Not

Ideas.  De pronto surgen en tu cabeza. Les dedicas un rato y las dejas marchar.

A veces son tan fugaces y el paso por tu cabeza es tan breve que nunca llegan a tener entidad. Pero existieron. A veces vuelven.
Una idea puede convertirse en proyecto. Un proyecto puede hacerse realidad. Siempre hay una historia detrás de cualquier realidad. Para contar la historia hay que remontarse al principio. A esa idea original que fue la causante de todo lo que vino después. 

Y también, siempre hay alguien que fue el portador de esa idea original.

Así empieza esta historia. Con Pablo y su idea de crear una fundación. Era una de esas ideas que vuelven. Que no se conforman con que las dejes pasar. El mar, la montaña y los aviones, a veces, te regalan esos espacios en blanco en los que las ideas ven la luz.
Hay que decir que esta idea se gesta en la cabeza de alguien muy especial.  Por eso nuestra fundación antes de tener cuerpo, tuvo alma.

La ilusión que ha acompañado desde el principio a “Why not?” es su mayor virtud. Nuestro fundador la dotó de una dosis de ilusión tan potente, que nada pudo con ella.

Aparte de ilusión, esta idea venía con una auténtica necesidad de ser compartida. En estos tiempos que corren en los que se cree que “el otro” lejos de construir, complica; cuando aparece una idea tan impregnada de necesidad de otros para su supervivencia, se hace casi imposible resistirse a formar parte de ella.

Un día volviendo de Gijón a Madrid recibí un sms de Pablo que decía: “Ideas para el nombre de una fundación”. Pero, “¿una fundación?”. Teníamos que saber más para bautizarla. Le contestamos: ¿Quién la crea?, ¿Qué proyectos tiene?,…. El contestó: “No lo sé todavía. Eso ya lo decidiremos luego. Por ahora vamos a ponerle un nombre”.

Después de barajar muchísimas posibilidades (las niñas estuvieron muy productivas esa mañana) teníamos tres opciones para la “fundación de Pablo” (todavía no sabíamos que también sería nuestra). Cuatrocientos kilómetros después le contestamos con otro sms con los tres finalistas a nombre. Uno de ellos era Why not?
Con la claridad que a veces da la distancia, ahora y pasado el tiempo, creo que ponerle un nombre a Why not? antes de que existiera la ayudó a existir. Al ponerle nombre la dotamos de un cuerpo, aunque todavía no tenía corazón.

Unas semanas después, en una cena en casa con amigos, el corazón de Why not? empezó a latir.

Antes de continuar con la historia voy a hacer un pequeño paréntesis para hablar de este grupo de amigos, porque han sido una parte importante de esta historia. Aunque pueda sonar a grupo de música de los 80, se trata de un grupo de amigos. Una amistad  muy auténtica y muy activa. Estar juntos nos aporta tanto a todos, que nos ocupamos de buscar esos encuentros. Y cada encuentro nos hace más amigos.

Y fue en esa cena cuando nos ilusionamos con la idea y la convertimos en proyecto. Todos aportaban, daban más ideas. Los obstáculos aparecían, pero enseguida los salvábamos.

Creo que esta cena fue clave y le dio a Pablo la determinación necesaria para convertir el proyecto en realidad.

Pablo ha sido como un marcapasos en este proyecto. Ha garantizado que el corazón no dejase de latir. No vale que a veces lata muy fuerte, si luego se para. Es condición indispensable que un corazón nunca deje de latir.

Se decidió que íbamos a hacer una reunión al mes para “tomar decisiones”. Cuando estábamos juntos en esas reuniones (que tenían lugar en nuestras casas, y hay bastantes kilómetros entre las casas de algunos) todo parecía posible. Había que hacer tal cosa, que averiguar tal otra. Uno se encargaba de esto, otro se encargaba de esto otro. El  corazón de Why not? latía con fuerza.

Cuando cada uno volvía a su realidad (familia, trabajo, problemas,…) teníamos nuestro marcapasos a prueba de bomba que mantenía el corazón latiendo. Pablo nos enviaba mails con los fantásticos resúmenes de las reuniones que preparaban donde marcaban en rojo lo que tenías que hacer, te mandaba sms donde desplegaba todos sus encantos recordándote que no habías hecho los deberes (este escrito le ha costado muchos mensajes de este tipo), fijaba los siguientes encuentros,...  Siempre con su capacidad de conseguir poco a poco que todo siguiese, que no se parase. 

Durante año y medio nos hemos reunido periódicamente y en estas reuniones se ha decidido todo. Cada reunión tenía su orden del día con todos los temas a tratar. Acuerdos, desacuerdos, preferencias, peticiones,… y finalmente decisiones. Todo ello acompañado, siempre, de muchas risas.

Por fin, Why not? empieza su viaje. Empieza con ganas, con fuerza, con muchas propuestas y proyectos. Mantiene la ilusión y las ganas de compartir con las que nació. ¡Queremos compañeros de viaje que se ilusionen como lo estamos nosotros!

¿Por qué no? Why not?

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